"La Segoviana "



La Segoviana, fábrica de loza de pedernal y objetos mayólicos (I)
Tribuna
Carlos Arnanz Ruiz
El 29 de mayo pasado ofrecí en el Centro Senior Corpus de la Obra Social y Cultural de Caja-Segovia, una charla dedicada a la fábrica de loza “La Segoviana”. Y como las palabras se las lleva el viento, se me ha sugerido que escriba estos artículos para que quede constancia escrita de cuanto en aquella ocasión dije.

La verdad es que son extracto de un trabajo más amplio que lleva su camino por otros derroteros pero sirven al propósito que se persigue y que espero sea del agrado de los lectores de este diario muy presente en la investigación.

Desde tiempo inmemorial, la arqueología da prueba de ello, han aparecido en la provincia de Segovia restos cerámicos, bien importados, bien fabricados aquí. D. Carlos de Lecea y refiriéndose a épocas ya más modernas, escribió: Por los años 1752, los segovianos Tomás y Manuel Ledesma, fabricantes de loza ordinaria, queriendo dar impulso a la atrasada industria, se dedicaron a imitar diferentes piezas de vagilla (sic), fuentes, soperas y platos, traídos de Italia para el servicio de Doña Isabel de Farnesio.

Tuvieron problemas y con la protección de la Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País se animaron -continúa Lecea- a introducir mejoras como la construcción de un horno parecido a los que había en Inglaterra, fabricando loza por el sistema inglés. Esta fábrica funcionó durante algún tiempo hasta que se precisó clausurarla por no poder resistir la competencia.

Por 1843- dice también Lecea- los señores Tejero, Charles y compañía, establecieron una fábrica de loza entrefina de varios colores, la que además de las piezas necesarias para los usos domésticos, elaboraba baldosines de barro, también muy finos, exágonos, octógonos y de otras formas combinadas, que hacían muy vistosos pavimentos.

Y prosigue: Otra fábrica, mejor y más grande, estableció por aquella misma época uno de los señores Murga, ascendientes del Marqués de Linares, bajo la dirección de Mr. Jules Beneche, verdadero artista, no solo en la cerámica, sino en la pintura del paisaje…

Esta industria también cerró sus puertas por diversas causas y así llegamos hasta La Segoviana que nos interesa, del modo que también D. Carlos de Lecea relata: Pero el establecimiento mejor, el más importante, el que ha venido a ser el complemento del arte industrial de la cerámica en Segovia, es el que, con el título de “Fábrica de Loza”, ocupa a orillas del Eresma, el mismo local que ocupara la fábrica de paños incendiada el 2 de agosto de 1827. El entendido ingeniero civil Don Melitón Martín, nuestro paisano, edificó en 1861 la Fábrica de Loza y la explotó por su cuenta varios años.

Una mala gestión- nos dice también Lecea.- provocó también que, tras sufrir importantes pérdidas, fuera enagenada (sic). Don Marcos Vargas, hombre acaudalado, activo y emprendedor, pudo adquirirla definitivamente en 1875…...Puso al frente de los talleres personas conocedoras de tal industria; él y sus hermanos se impusieron muy luego en todo el mecanismo de la fabricación, y a fuerza de constancia, desvelos y dinero, logró hacer de este establecimiento uno de los mejores que en su género hay en España.

Aunque este distinguido autor facilita algunos datos sobre esta industria sería un cuarto de siglo después, en 1900, cuando Silverio Ochoa y en el “Diario de Avisos de Segovia”, daría a la publicidad amplia información que se hace imprescindible resumir y con sus mismas palabras: Veremos en primer término la veterana rueda hidráulica, de hierro y madera, la cual puede desarrollar un doble impulso…(Antes ya se había referido a aquellos edificios bajo los cuales trabaja laboriosa colmena de obreros) y depara en un horno muy sencillo donde se calcina el cuarzo con objeto de triturarlo fácilmente.

El complicado proceso de fabricación es explicado luego con detalle, así como el resultado final materializado en platos, soperas, tazas, palanganas, jícaras, jarros, etc. que se completa con una reseña de los almacenes, la administración, el departamento de embalaje, los talleres de decoración fina de objetos de loza…

La Segoviana, fábrica de loza de pedernal y objetos mayólicos (II)
TRIBUNA
Carlos Arnanz Ruiz
Ya vimos en el primero de estos artículos cómo tanto D. Carlos de Lecea como Silverio Ochoa, tuvieron a bien escribir datos sobre la fábrica de loza La Segoviana sin los cuales estaríamos hoy totalmente perdidos.

Abunda este último en más detalles y por ellos es posible saber que en 1900 D. Marcos Vargas, propietario e inteligente guía en aquella colmena industrial, y don Ventura Vargas, director de la fábrica, cuenta con la colaboración de D. Daniel Zuloaga para la elaboración de cerámica artística, ayudado por un escogido plantel de operarios.

Como esta producción en la que el genial ceramista imprimió las maravillas de su arte ya se ha dicho bastante, voy a referirme a cosas menos conocidas. Así que, siguiendo a Silverio Ochoa, podemos enterarnos de que: en el segundo cuerpo de la fábrica, separado del primero por la carretera de Boceguillas, están instalados los almacenes, la administración, el departamento de embalaje, los talleres de decoración fina de objetos de loza, el horno para composición de colores, algunas otras dependencias y el estudio y talleres de pintura de azulejos a cargo del genial Zuloaga.

Deja claro el articulista que el dueño es D. Marcos Vargas Mayorga y que administra la fábrica D. Ventura Vargas, teniendo a sus órdenes a D. Gabino Terán; y su hermano D. Marcos Vargas Múnera que desempeña el cargo de sobrestante, siendo otro, don Esteban Barba.

Trabajaban a la sazón en esta fábrica 170 operarios, entre hombres, mujeres y niños. Y en el taller de estampación unas seis o siete mujeres y en el de pintura a mano otras tantas.

El cuarzo o pedernal que con el caolín forma la pasta de loza, tráese ahora a “La Segoviana” de Otero de Herreros, donde se produce muy puro. Las leñas que en tan gran cantidad consumen los cinco hornos, las tres muflas y las muchas estufas de la fábrica, vienen de San Ildefonso, Revenga y Navafría, en cuyos pueblos se reparten las 25.ooo pesetas que por término medio cuestan al año las necesarias para el consumo de aquella, siendo medidas con la “veterana” carcel (sic), la cual se paga a 30 y 32 reales.

Los obreros cobran, el que menos, tres pesetas, y el que más, 5´50 diarias; los peones, 1´75 y 2, y los niños, 5,4 y 2 reales.

Termino estas líneas-Dice Silverio Ochoa-publicando con mucho gusto los nombres de algunos obreros empleados en la fábrica de loza que tanto honra a Segovia; helos aquí:

José Valor, pintor cerámico; Pedro López, decorador y adornista; Miguel Pascual, encargado de taller de estampación; Vicente Fuste, moldista; Sotero Tejedor y Zacarías Labrador, plateros; Valentín Sanz, tornero; Ciriaco Mertín, encargado del horno de bizcocho; Rafael Olaso, de los filetes de color azul; Carlos López, encargado del almacén; Loorenzo Callejo, encargado de las muflas; máximo Cerezo, Jacobo Albaradejo, Pantaleón Arduro y Marcos Juarroe, prensistas.

Algunos problemas debió de haber en esta fábrica que estuvieron a punto de propiciar su cierre hacia 1915. El fantasma de la clausura se cernió sobre la ciudad de Segovia y sus alrededores, pues de sus alrededores venían también muchos obreros y sólo un milagro, del que apenas sé nada, la salvó de una nueva desaparición.

Concretamente el martes 19 de enero de 1915 “El Adelantado de Segovia” publicó un suelto desmintiendo que la Fábrica de Loza fuera a suspender sus tareas. Y el 10 de junio, del mismo año, el “Diario de Avisos” publicó una extensa crónica, sin firma, en la que se pone de relieve su relanzamiento tras importantes reformas.

Hay seis hornos de llama reversible y tipo inglés; tres de ellos de bizcochar, cuya temperatura alcanza 1.300 º, uno pequeño que no se emplea por su poco volumen y dos de cochura de baño, cuya temperatura es 1.500 º. En un horno de baño caben por término medio 24.000 piezas, y en uno de bizcochar 48.000; al mes se queman cuatro hornos de bizcocho y de siete a ocho de baño representando un consumo de carbón de 50 toneladas, que cada vez está más caro.

Hay también cuatro hornos de mufla de los cuales solo se usan tres que sirven para la fijación de los colores sobre baño. Su temperatura es variable y depende de los colores que se pretenden cocer; oscila entre 620 y 900º.

En estos momentos ya no trabaja en “La Segoviana” D. Daniel Zuloaga. El cronista hace también un repaso al personal y cita la cifra de 125 que eleva a unos 300 si se cuentan los acarreadores y otros oficios. Vuelve a citar los nombres ya conocidos de los Vargas y precisa que al frente de tan importante industria se hallan los ingenieros López e Inglada, a quienes ayuda con arte e inteligencia muy apreciables, el notable dibujante D. Gregorio Arnanz.

De toda esta información y de otra que expondré después, se pueden extraer originales conclusiones, tanto para el curioso lector como para el especialista, que expondré en el tercer y último artículo de esta serie.

La Segoviana, fábrica de loza de pedernal y objetos mayólicos (y III)
Tribuna
Carlos Arnanz Ruiz
Ya se vio anteriormente que en “La Segoviana" se produjo loza para usos domésticos, por un lado, y cerámica artística, por otro. Desde la llegada de D. Daniel Zuloaga a ésta en 1893 y hasta su salida para Pasajes de San Juan en 1906, hubo un laboratorio independiente en el que un escogido grupo de operarios trabajó en muy buena armonía para sacar adelante esta interesante manifestación artística.

Cuando el articulista Silverio Ochoa mencionó en 1900 varios nombres de los operarios de "La Segoviana" omitió el de Gregorio Arnanz que por entonces solo era un advenedizo. Pero diversas cartas de D. Daniel y algunas otras respuestas de Arnanz, durante las ausencias del Maestro, revelan una especial relación entre ambos que llegó a desembocar en una buena amistad. Sí revela, por el contrario, el anónimo cronista de la nueva Segoviana el nombre del responsable del nuevo laboratorio que es el notable dibujante D. Gregorio Arnanz, como ya se ha visto.

También se ha visto que en 1906 D. Daniel abandonó "La Segoviana" para irse a Pasajes. Y ya en 1905, Arnanz tenía aprobadas las oposiciones al cuerpo de Telégrafos, opción que habría tomado ante la necesidad de labrarse un futuro económico menos incierto que el que se le presentaba en "La Segoviana. Después de ser destinado en los centros telegráficos de Oviedo y Madrid, vino al de Segovia en julio de 1912. D. Daniel regresa también a Segovia año y pico después de haberse ido pero no ya a "La Segoviana" sino a San Juan de los Caballeros, donde montaría su propio taller.

No teniendo, pues, ya nada que ver D. Daniel con "La Segoviana" se inició a partir de entonces en ésta un nuevo periodo con escasas noticias al respecto. Pero algunas hay como, por ejemplo, el suelto que El "Diario de Avisos" publica el 26-8-1913 en su sección "El carnet del reporter" que dice: Hemos tenido ocasión de ver dos bellísimos platos de asuntos religiosos, imitando dos antiguos platos talaveranos, admirablemente pintados al baño bajo por el joven e inspirado artista Gregorio Arnanz.

También se publican, lo hemos visto, en El Adelantado de Segovia las buenas noticias de que la fábrica de loza no solo no cierra sus puertas, sino que inicia una nueva andadura, rodando ya el año de 1915. Y dos sueltos más en "El Diario de Avisos" en 1916 aludiendo a trabajos expuestos en los comercios de muebles de Sesé y de D. Claudio Moreno en la calle Real.

Arnanz vive, pues, en Segovia a partir de 1912 siendo más fiables las fechas del historial de Telégrafos que los padrones, pues éstos pudieron no haberse variado durante su permanencia fuera de Segovia.

Lo cierto es que Arnanz colaboró activamente con esta nueva Segoviana para la que trabajó en 1916 en los paramentos cerámicos de la antigua sacristía del santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla. Él era ahora el responsable del nuevo laboratorio, como explica el anónimo cronista, quien también nos dice que a la sazón se había trasladado desde el primitivo emplazamiento de los tiempos de Don Daniel a otro distinto y acorde con la remodelación reciente de la fábrica.

Estos paramentos cerámicos que cubren las paredes de la mencionada sacristía presentan escenas segovianas de la Catedral el Acueducto y el Alcázar, amén de otros adornos excelentemente dibujados. Se debieron a un regalo de Doña Obdulia Vargas al Santuario con ocasión de la coronación canónica de la Virgen de la Fuencisla en recuerdo de su padre D. Marcos Vargas Mayorga.

Tan importante obra cerámica está sin firmar aunque en el seno de la familia Arnanz siempre se conoció su paternidad. No obstante todo lo dicho y a mayor abundamiento, cabe señalar que en la relación de donantes que tanto el “Diario de Avisos” como “El Adelantado de Segovia” publicaron el 9 de mayo de 1916 se dice lo siguiente y que tomo de la de este último periódico:

SUSCRIPCIÓN para la coronación canónica de la Virgen de la Fuencisla:

Doña Obdulia Vargas, viuda de Pérez Vargas, 25 pesetas; don José López Vargas, 15; doña concha López Vargas,10; don Luis Inglada Ors, 5; don Luis Domingo, 2; don Jesús Maseda, 2; don Ramón Martín, 3; don Gregorio Arnanz, 2; etc. Continúa seguidamente una larga lista de nombres pertenecientes a los obreros de la fábrica y entre los que se encuentran muchos conocidos.

Es muy difícil de precisar hasta cuando funcionó este nuevo laboratorio artístico y también hasta cuando y en qué medida colaboró Arnanz en el mismo. Está claro que la fotografía de mi archivo que presenta su fachada con dos personas y un niño en la puerta, corresponde a esta segunda época. Ya he explicado en numerosas ocasiones que el de la derecha es el ceramista en cuestión conforme a las indicaciones que hace ya muchos años me hizo de viva voz.

Y hasta aquí lo que he podido averiguar de la fábrica de loza “La Segoviana” en la que Gregorio Arnanz tuvo ocasión de aprender de D. Daniel Zuloaga una buena parte de cuanto supo sobre esta materia. Pero no es menos cierto que el gran prestigio del Maestro lo anuló, a su vez, en gran medida.

Y mientras los más, incluido el rey, derivaban hacia San Juan de los Caballeros, porque como escribió Margarita Nelken, se quería conocer a los artistas, los menos acudían a “La Segoviana” donde incluso la obra de su taller probablemente fuera más cotizada sin firma y haciéndola pasar como de Zuloaga. Si se considera, también, que en los almacenes de la fábrica de loza quedaron, probablemente, piezas de la época anterior, se comprende fácilmente el embrollo generado al respecto y perpetuado en el tiempo.

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